Autor: MAISEY YATES
Temática: General
Descripción: de quitarle un peso de encima. –No será necesario. –Podría ser algo nuevo que ofrecer en las tiendas, Zack –dijo sabiendo que el negocio era su tema favorito, independientemente de lo que hubiera pasado con su boda–. Cupcakes pequeños para cada ocasión. –No estoy tan triste. –¿No? –No tengo el corazón partido, si eso es lo que te estás preguntando. Clara frunció el ceño. –Pero te han dejado plantado en el altar. La humillación pública es... bueno, nunca es divertida. Me pasó algo parecido en el instituto cuando mi pareja me dejó plantada en el baile. La gente me señalaba y se reía. Me sentí humillada. Fue todo muy parecido a la peli de Carrie, aunque sin la sangre de cerdo ni los asesinatos en masa. –He de admitir que no ha sido el mejor momento de mi vida, Clara, pero tampoco el peor. Habría preferido que me hubiera dejado antes de subirme al altar con el sacerdote, mi esmoquin, y delante de casi mil personas, pero no es que esté exactamente hundido. –Eso es... bueno, está bien –aunque asustaba un poco saber que podían abandonarlo justo antes de jurar sus votos y que él respondía con esa calma tan sobrecogedora. ¡Ella reaccionaba mucho peor cuando una receta no le salía como quería! Pero Zack siempre había tenido una actitud muy zen. Cuando se conocieron, gracias a un cupcake, eso la había dejado impresionada desde el primer momento. Eso y sus preciosos ojos, aunque esa era otra historia. Trabajaba en una pequeña pastelería en Mission District en San Francisco y él estaba buscando un nuevo local para su cadena de cafeterías. Había comprado unos cupcakes de mantequilla de cacahuete y plátano, el experimento de Clara del día, y su reacción, como todas las reacciones de Zack, no había sido exageradamente efusiva, aunque sí que había lucido un brillo en la mirada que apuntaba a algo más bajo esa fachada de calma. Y había vuelto al día siguiente, y al otro. Ni por un momento ella había contemplado la idea de que estuviera yendo a verla y siempre había tenido claro que todo era por los cupcakes. Y entonces le había ofrecido el doble de su sueldo para irse con él a su establecimiento insignia y preparar las recetas que quisiera en